Hace tiempo que ella se marchó sin poder despedirse, él, desde entonces, anda cada día más perdido rebuscando entre sus recuerdos. Yo prefiero rememorarlos, una y mil veces, en esas fotos en blanco y negro en que iniciaban su proyecto de vida en común. Siempre me han gustado esa fotos, desde pequeña, cuando mi madre nos quería mantener entretenidos y nos dejaba junto con una caja que se me antojaba inmensa, de cuentos, los preciados álbumes de fotos. Mientras ella terminaba sus quehaceres, yo soñaba...
Cuando miraba aquellas fotos, imaginaba que mis padres eran estrellas de cine de las películas que año tras año repetían las carteleras: Casablanca, Vacaciones en Roma... como cualquier niño eran mis ídolos, los encontraba tan guapos, con tanto estilo; estaban tan llenos de vida, de alegría, de planes, el director había dado el grito de acción y comenzaban a rodar la película de su propia vida.
Y aquí estamos nosotros, puede que no seamos lo que habían soñado pero seguro estarían orgullosos -qué padre no lo está- y siguen existiendo en nuestros recuerdos y en el mejor legado que podrían dejarnos: la ilusión y alegría de vivir, de sonreír cada día; el amor y la ternura que recibimos a manos llenas y que debemos trasmitir a nuestros hijos, a sus nietos; la inquietud por aprender, por crecer, por ser mejores; el respeto hacia todo y todos, hacia lo distinto y lo diverso; a no tirar la toalla jamás porque siempre hay una salida, con ellos nos sentimos siempre seguros.
Si alguna vez ando perdida o rebusco entre recuerdos, ojalá logre encontrar estas fotos y este pequeño homenaje para no olvidar de dónde vengo y todo aquello que me enseñaron. Agradecimiento eterno.